martes, 14 de junio de 2011

No intentes evitar que me equivoque

Escribir una historia. Planearla en las callecitas cubiertas de hojas marrones claras que nos dicen de una forma más que otra, que el frío vino para quedarse. Imaginar, después, que una llovizna nos atrapa jugando a ser unos pibxs, unos estropajos andantes del barro y la travesura, como si no fuera suficiente con el dolor y la molestia que causamos a tus amigxs, tu ex y demases accesorios que siempre creen ser más de lo que son y menos de lo que aparentan. Triste destino luego, cuando debajo del toldo no hay escapatoria que la espera. Una espera incómoda de esas que salen por la tele y se escuchan en la radio. Como los días anteriores a la Guerra de Malvinas, el bloqueo a Cuba y la Guerra Fría. Esos recuerdos que si puedo trataré de abolir en el futuro y, con suerte, tendré éxito.

Mientras tanto, intentamos olvidar que hubo un contacto, que nuestrxs ojos no intentan encontrarse como un río ansia llegar al mar, a ese océano que lo conecta con el resto del mundo. Y de esta forma, creemos que nosotrxs (al menos eso intuyo en ti) somos algo menos que buenos amigos y un poco más que conocidos. Tal vez somos como esa película 'extraños en el paraíso' solo que de una forma sutil, casi silenciosa. Condenada porque, de ser felices, la sociedad no lo permitiría. Es acaso lo que piensas mientras te arrimas junto a mi? Acaso ese es el plan, la trama que esperas siga la historia? Debo imaginar, luego, que me invitaras a subir cuando atravesemos esas tres cuadras que harán falta para llegar a ese 4D? Puede ser, que dejando la ropa mojada, esa falsa piel que incita y esconde, podemos vernos realmente como somos, como nos gustaría ser, mientras la música oculta el deseo mutuo, trasluce mentiras a los vecinos de al lado, mientras confunde al inquilino de abajo?

Será que la humanidad existe a base de expectativas. La razón oculta detrás de la palabra DIOS, el ser DIOS, la sociedad DIVINA y la mentira de la palabra de DIOS. Imagino que no soy tan desafortunado después de todo, cuando la impaciencia arremete contra tu respiración, persigue tu cuerpo que se aprieta contra el mío. Ahora, creo que no hay fantasía que pueda superar la realidad del calor humano. Y sólo los verdaderos sueños, los profundos de verdad, pueden revelar tanta ternura. Sólo que no sucede todos los días, al igual que esta lluvia que nos encamina a la perdición. Aunque tal vez no lo sepas. Piensas que me dejo llevar por un instante que en el día a día es imposible, fugaz, como aquel encuentro de hace menos de media hora. Una ingenuidad tal que esta acabando con mi paciencia, mi cordura y esa maldita costumbre machista de ser correcto o respetuoso: la caballerosidad. Que vil mentira la de los padres, los abuelos y los amigos. Que triste realidad en este kiosco indolente que a cada lugar que miro me hace pensar en tí. En esos caramelos que te gustan saborear, en la bebida que no puedes eludir, en los puchos que fumaba tu vieja, en el rinconcito similar desde el cual llamaste hace una hora. Todo parece converger a lo inevitable

Pero, sin querer, dejo de llover y tú, de amarme.

martes, 10 de noviembre de 2009

Conections?

Camine bajo las calles altas de una ciudad de nombre europeo y afrancesada. Creo que las calles son como botellas insurgentes de mensajes de naufragos indecisos y temerosos de gritar al viento su amor. Estuve enamorado mientras danzaba en los adoquines y creo que ahi cayo el primero de los recuerdos. Recorde luego que tengo rencor con todo el pasado en conjunto y no me importa. No me importan esos autos que recorren el asfalto, no me gustan las sonrisas teñidas de lujuria ni la perversión a mi lado. Soy un pervertido, lo admito. Admito que siempre fui lo que quise ser y que nadie me ha reprochado absolutamente nada de nada. Por que la nada existe, precisamente por que es imposible, porque expresa la negación de un todo donde la sensación de estar esta contemplada. Y contemple la marea, el lago, la dunas. Anduve haciendo una travesía a través del Gobi en Verano del 98'. Me enamore de Lydia en el 98' cuando aún eramos demasiados jovenes para hacer el amor y demasiado grandes para regalarnos golosinas. Siempre me gustaron las golosinas de la casa de Lydia. Cuando cumplí los 14, me gustaba más la piel de Lydia que sus golosinas. Supongo que el dulce se halla más en los labios, aunque lo fantastico del contacto siempre ha sido la posibilidad de un choquecito electrico. Algún fenomeno físico anunció tormenta el día que saque de la biblioteca publica un ejemplar de Bestiario bajo la consigna literatura fantastica. Creo que conoci París y su sexo esos años de juventud oproba y deseo inconstante. Me volví socialista y pensé que el mundo debía cambiar a fuerzas de golpes. Los golpes en sí no duelen, generan el efecto de dolor. Si asociariamos la sensación del contacto violento con risas, por ejemplo, sonreiríamos en la tortura. Sin duda el 76'-83' fue una época de mierda. Esa mierda fascista que aún se destila de los corazones de los diarios Nación y Clarín. Son todos iguales. Son todos espejos. Los espejos no reflejan más que la imposibilidad de desdoblarse y vivir vidas paralelas. Cuando cumplí los 18 intente ser alguien más, alguien distinto. Para cambiar hay que destruir las raíces y la tradición. Desgajar las navidades pasadas y morir. Para siempre y por siempre. Pero cuesta erigir una identidad. Nunca la tuve. Tener me resulta odioso. Odio la idea "Tener novia" como si fuera un objeto, una pertenencia, una medalla a mi valor por animarme al intricando mundo de las polleras y las indirectas. Implícitamente, soy feliz. La felicidad suele ser en el común una suma de hechos agradables y chatura política, ideológica o existencial: esto nunca es posible. Las posibilidades solo se dan cuando uno las busca. Me canse de buscar explicaciones, de tramar tramas, enredar redes y recorrer el recorrido de tus versos. Lo hago simplemente porque acabo de salir. Lo hago por que ahora piso el suelo bajo mis pies. Porque quiero verte quejandote del calor con un bikini ajustado que libere mis fantasías. Es por eso que salgo a la calle y camino bajo ellas, recordando una vez más porque este nombre de ciudad es europeo.

viernes, 13 de marzo de 2009

Espacios Desplazados

Capítulo 01: Soledad o Vida

Desperté y salí a caminar. La playa desolada un clima y ambiente de absoluta paz ¿Pero es esto cierto? ¿Existe, esta en algún lugar, se puede atribuir a algún individuo o esta sujeto a algo? Triste paradoja la de los valores (que no son mas que pesadillas que no podemos olvidar) que no son tangibles, no pueden sentirse, no pueden pensarse, solo se creen.

Así creía yo que la hora matutina da sosiego al paseante mientras medita la irresoluta constante de una decisión. Bastión de oportunidades que atormenta mi sueño y encarna las heridas; hace latente que la gente es sufrida. Se convence, entonces, la voz interna tan engreída (parece potente y es fantasía) que los días acaban en ondas negativas, pues fuerzas invisibles convergen en la desgracia de ser humanista, sentado, frente a algún artista (que explota los bellos motivos de lo creado), a un periodista (y su creencia del dolor ajeno), a un amor, que nos paraliza con sus suaves delirios y su flagrante poesía. Esos gemidos que definen la vida y alimenta la desidia, se hallan atrapados en cada caricia.

Y fue la roca. Y habitó en mi frente. Rozó la arena. Beso mis cosas. Se poso allí, en el triangulo infantil que la marea perdono. Recordé a Dios, en consecuencia, rodeado por los lados o siendo el dentro de mis horas. Pero entonces lo sentí, el sol estival, tocándome como nunca, calentándome. Volviéndome al verano y a esa mano tan tierna, que resolvía mis problemas pero aumentaba mis dudas. Era una con lo finito y ahora es dos con el firmamento.

La fracción del segundo nunca fue interesante y quizás sea lo mas importante, pero allí estuvo, junto a la piedra, a esa arenilla concentrada, sin remitente, existiendo con mis perturbaciones, sobreviviendo, jugando, intentando darme una razón, alguna revelación divina que nunca quise escuchar. Estuvo ahí: impotente, solo, majestuoso, ínfimo, muriendo, queriendo. Estuvo ahí tal vez más de lo que hubiese esperado, creído o imaginado. Estuvo ahí, hasta que intente contemplarlo. Se fue. Termino. Cumplió. Solo quiso quedarse. Pero tuve que verlo. Se hubiese quedado si no fuese existencial, si no fuese mi igual. Llore entonces, por la raza humana.

Capítulo 02: Aquí

Inexpugnable y solemne, la bolsa con la pequeña piedra ovalada, disfrutaba el vaivén que mis pasos le ofrecían. Termino Happy Hour de mi espíritu egoísta y era el momento de volver a la casucha. A aquel castillo que la muerte me obsequio, la misma tarde que se vació el interior y perdí todo el humor

-Oh! Oh!-Sonó estridente la voz del caminante.

-¿Quién me manda a mí?-dije-¿Quién en esta desolada bahía puede entender que no me gusta el sol y la brisa en combinación ocurrente?

-¿Quién?

-¿Por qué?

-¿Cómo?

-Pero será posible-Debatía agotado, escuchando mis propias quejas. Oyendo la energía sónica, la alteración del aire. Vibración primera que controlamos a gusto o eco ambulante generacional, la forma que sea no borra su existencia. Había transformado la naturaleza una vez más. Había querido hallar satisfacción en graves imprecaciones a la ausencia. Había huido a mi mismo una vez más.

¿Quería transformar? ¿Quería producir esos sonidos con sentido codificado? ¿Encuentro satisfacción en confesarme a lo inexistente? No. Yo, si eso es lo que soy, no creo en esto. Sin dudas no lo apruebo. Mucho menos lo acepto. Solo sucedió. Fui débil, indulgente, imbécil y paciente, fui eso que creí no ser.

Pero, si halle alivio. La ineludible realidad a la que lo irracional me llama, me muestra sin pena lo vil de mi condición. “Eres la piedra que se siente montaña. La llama que incendia un cerillo; el farol que se cree el sol. Explicas cual Galileo a los que no oyen y te das cuenta que estas solo. Peor, te das cuentas que estas. Lo sientes; lo sabes. El grito es solo el recuerdo de tu estadía en este inmenso planeta. En este grano de arena”. Allí termino. El fuego entro en los huesos, derritió mis venas e hirvió mi sangre. Indescriptiblemente, continué. Deje atrás esa absurda idea de detenerme, admirar y conocerme cada vez más hondo. Me deshice de la mente y acalle el corazón. Respire y con ello, vi que llegaba a la morada

Capítulo 03: Adentro. Muy adentro. Interno

La puerta se desliza hacia adentro, como cuarto atrapado por el intenso olor a soltero; como aire capturado en garras de ignoto vacío. La numeración, el acabado, los usos, el terrible destino y una nueva cerradura en espera. Esta vez habrá parto; no se verá el aborto. Será la luz cuando el lunes a primera hora caduquen todas sus llegadas. Denegaré acceso y volverá la apatía, la quietud taciturna y las visitas pensadas. Vuelve el derecho: la privacidad. Me privaré del contacto humano. Encarnaré el ademán definitivo a los otros, a las nuevas ideas y a las carreras del tiempo. Apago la llama de toda nueva escena y despido con “gracias” al ofendido inquilino. Es el término de una vida.

Los jabones, el cepillo, los peines, zapatos, sabanas, paquetes de arroz, la taza, los puchos, el whisky añejo, los tules, la bufanda, la blusa rosa, el acabado de cobre, los aretes a juego, el pintalabios bordo, el cacao, la crema de depilar, los collares deslucidos, las fuentes de comida, el plato a cuadros, un cancan roído, las medias, tangas aun sucias, papeles de cuentas, los imanes fluorescentes, las toallas de colores y el bonsái.

“Huellas”, me dije. En efecto, sobre la cama y aún abierto estaba el libro. Colmena de hojas y miel de palabras. Hallarlo fue un deja vu; tocarlo un evento religioso. Cada caricia a la portada marrón y la búsqueda de olores que despierten el pasado, eran acompañados de danzas de alabanzas. La luz era caprichosa mientras jugaba en sus láminas doradas. El polvo le otorgaba un toque de misterio, que alguna vez resucito el corazón y ofreció la extraña sensación de haber llegado a casa; de saber que era una fiesta de navidad o deleitar sabores en cada acontecimiento anual: siempre a la misma hora, siempre la misma persona, la inevitable llegada de la política y los vasos apilados al acabar. Quizás el polvo sea el recuerdo más grande de los humanos: Polvo eres y Polvo serás. Al final es lo único que queda de los demás. Incluso sus objetos son huellas en el tiempo y cobran valor solo con el presente. De nada sirven al antes y después nadie sabe que ha de pasar. Solo somos huellas en un capricho molesto de la deidad. La evidencia viviente de la omnipotencia existente y fugaz. Solo eso

Capítulo 04: Adentro y afuera

Solo, o la respuesta a una pregunta que hace tiempo dejo de molestarme. Quizás no tanto como la atípica interrogación y mi estado anímico: dulce combinación de lo ordinario, que en la falta de cambio encuentra la fidelidad, la suerte, la bondad y lo autentico. Allí se encuentra ese instante inerte de todos los días, que ha perdido su deja vu y su efecto presente, mientras navega en las reflexiones del imaginario social. Allí se halla. Allí será. Allí. A pasos de mi, o mejor, a momentos de mi. Espera agazapado su turno de entrar al vértice atrayente que genera el rocío vital. Es un número o uno más. Como los otros, su destino es terminar. Su retrato en la mente es tan poco preciso como una ley judicial, mientras busca lentamente hacerse notar: baja la cabeza, se arregla el delantal y se prepara a debutar. Su sombría se hace notar. Pero no sabe lo esencial: que todos los humanos son sombríos y no saben distinguir (discriminan bien, pero distinguen mal). Es imposible hacerles notar la presencia de algo más que ellos y cuando comienza a percatarse del tiempo, de su espacio, su vida empieza a declinar. Es cierto entonces, que todo fin es un principio, como en un principio se supo el fin.

El deja vu constante. Su rostro es similar a los hombres; su temple se extingue en el amanecer. Si es feliz padece pesadillas, y si no lo es, sueña. No por algo los desposeídos añoran no despertar. De la misma forma, el deja vu evita pasar, quiere alejarse, perder su eternidad. Baila en el vergel azul de tanto frío y tozudez. Su ánimo dura lo que un suspiro es al continuo trabajo de respirar.

Sin embargo, aún se siente el canto de sus lamentos y los gemidos de su despertar. Es extraño. Imagina que a pesar de todo, se puede prolongar. Algún día, significará algo más que una simple repetición. Olvida, que hubo millones antes que él con la misma idea loca y disparatada, como construir un templo en tres días. Es interesante pensar que no conoce nada más que la desesperación, pues sin duda el amo del tiempo sufre de histeria y personalidad múltiple: padece alucinaciones y por ello las paradojas. Por ello el viaje en el tiempo. Por ello esto nos pasa. Vivimos en una paradoja, un capricho innegable por el que se paga un gran precio. Es como girar alrededor sabiendo ser el centro de un universo chato y fatal.

Capítulo 05: ¿Afuera?

Un tenue, pero familiar sonido, acudió al tímpano. Entonces fue la sensación. Entonces el hombre giró hacia la puerta o la puerta giró hacia el. Ambos movimientos se encontraron en el único momento que pudieron encontrarse, dando luz a un jardín hermoso. Rasgado por las lloviznas y respirando al revés, el verde le favoreció. Abrió sus hojas y saludo son incomparable brisa el sudor de su amo, de su señor. El sol pareció vestir las delicadas flores, suaves cual terciopelo, mientras su delicioso perfume cubría de gratitud y alivio al cuidador. Una extraña aparición, de repente, se suscito bajo los días de una Agosto olvidado: han vuelto los fantasmas del pasado; de la utopía y su generación. Traen consigo un regalo, un obsequio; presente innegable que extiende listones y colores llamativos hacia el sujeto. Es la pequeña luz deseada por los que en la realidad ha dejado hemipléjicos, casi sin miradas. Él la llama paz. Yo la llamo paz. En la mente de ambos, la imagen estacionara se vuelve icono, a la vez que la fragancia se titula prueba. Extendemos los brazos y buscamos alcanzar lo que ya no está. Las manos sienten el cosquilleo que su candente fulgor ha dejado atrás y a través de un catalizador se convierte a lo real, factible, pero incapaz de explicar. Tiene nombre de mujer por lo que se ve, pero su inocencia se halla en la niñez. Es como las estrellas que pueden verse pero no imaginarse. Se parece a la perfección, conocida por todos, pero jamás vista. El hombre cree amarla. El hombre cree tenerla. Conversa con ella, se enamora y pasea de su mano por mundos por hacer, por ciudades sin ciudadanos. Ella quiere decirle algo. Pero tiene un nuevo trabajo y está emocionado. Piensa que llegará a la cima de un mundo que cada vez cambia más. Ha encontrado un camino, como yo, y planea seguirlo. Ella intenta decirle algo. El se abrocha el cinturón, mira por la ventana, sale del baño, estrecha manos, firma papeles, come un par de veces y repite todo nuevamente. Día tras día recuerda que tiene familia. Hora tras hora trata de olvidarla. Ella finalmente le dice algo. Es un canto, quizás poesía. Contiene partes que no se podrían explicar, pero si entender. El ya no sabe que esperar mientras ella se desata el cabello: revela su forma. Ambos lo saben y el lo expresa a lo humano: “¿Qué hemos hecho Esperanza?”La verdad será testigo sola.

Capítulo 06: En algún lugar

Quizás las colecciones no sean tan malas. Respetan el enciclopedismo o forma valida de saber del siglo XVI y XVII. A lo mejor tal vez sea una de las tantas posibilidades aniquiladas por otras posibilidades. Nos jactamos de poder entender los paradigmas aunque olvidamos su grado de probabilidad. Siempre actuamos según lo que es más probable. La globalización, en si, solo ha hecho nuestra probabilidad, globalmente aceptada; ha corrido la voz de una unificación que queremos tolerar. Es extraño, pero es cierto que humanidades la palabra menos usada el hablar de metas y sueños. Es materia de superhéroes o sustento de utopías que el viento atrapo. No lidiamos con nuestros problemas hasta que los aceptamos. Como humanos hemos perdido el carácter de especie y eso es un problema. Le tememos a lo primitivo de nosotros y aplaudimos al civil, engranaje más de la máquina de desigualdades: la sociedad. Y de esta forma, unos tienen menos y otros demasiado. De esta forma surge el dolor, la diferencia universal y la inequidad. No es la guerra, el vicio, o el hambre. No son los medios. Son los humanos negando la humanidad.

Si quizás las colecciones sean buenas y den de que hablar a estos sin espacio natural, alienados, como individuos de otro planeta. Tal vez puedan hallar algún tipo de adopción y ser “fuertes como el león” o “precavidos como las hormigas”. Su naturaleza construida en aras de la vileza le da al fin la solución que ya todos han acordado: la extinción. Ríos de lágrimas y desintegración ciudadana, pueden dar calma a los mares embravecidos, a las aves rapaces y a los animales pacientes. Esos tipejos expectantes de que algo les inquiete, les haga dudar, los transforme a su verdadera forma. Los aleje de la mentira que la identidad natural, la raíz primera, tanto odia. Pero los niños no saben morir y mucho menos entienden lo que el sacrificios es. Son jóvenes y saben que no lo serán siempre. Saben que su desaparición esta datada y aún así, pretenden ser desconocedores de la maldición de la vida. No podemos culparlos. Al fin y al cabo, crearon las colecciones. Crearon colecciones de colecciones, y cuando pasaron la barrera vertical de vida, hicieron redes de ellas. Serán las colecciones nuestra única evidencia de lo que somos

Capítulo 07: ¿Dónde?

Salí de alguna biblioteca. Entre taxis y avenidas llegue a una ciudad. Desierta por lo menos, sin ningún espécimen de valor notable que sepa la diferencia entre un buen saxo y un bodrio local que se consigue a las una, entre Sarmiento y Avellaneda por $1,75. Y así pensando, llegamos mi conciencia y yo, hacia algún lugar que le llamaban “Bar” o tal vez, “El bar”. Tenía de antro y manicomnio más de lo que “El bar” pudiese describir en un verano de 35º grados, un interior de 40º apelmazado y una sensación de infierno que daba al alcohol la única forma agradable de estar. Por lo demás estuve parado o quizás me senté lo suficiente como para saber que si quería pruebas de la inmundicia humana, ese no era el lugar. Allí solo había maniaco-depresivos, esquizofrénicos, prostitutas, happies hours constantes y un olor memorable a pobreza e insalubridad. Lo normal para cualquier sitio de Argentina. Quizás en la rosada hallase lo que buscaba. Así las cosas, agarré todos los “supongos” que halle y un “por las dudas” que tiraron por ahí y enfile hacia el lugar que esta, pero puede encontrarse.

En el camino trataba de recordar las colecciones: doce mazos de cartas, almanaques, un objeto de cada pro interesante, boletos de colectivos, tarjetas telefónicas y dos osos “yogui”. Algo me decía al oído una cosa que no debía de especificarse, cual asunto de agente no tan secreto, cuyo único sueño es presentar la renuncia a su trabajo, a su vida como sujeto productivo de un sistema que solo sabe agonizar.

“Agonizamos, entonces” me dije a mi mismo y recordé la melodía imborrable que el arrullo materno interpone entre el sueño y las pesadillas, creando el dulce sentimiento de estar viviendo en el mejor lugar posible. En ese entonces hice un pequeño viaje, de lo seguro a lo inalcanzable, y aún me arrepiento. Me dijeron “vamos, por ahí, hacia allá, a la verdad” ¿Dónde me llevaban? Quién pueda saber estas cosas debe de sufrir lo suficiente como para gritar despierto, comiéndose los miedos de terror y castañeando los huesos de pavor. Quien sepa esto es sin dudas un masoquista, un imbécil sin control o un catador de dolores.

Capítulo 08: Aquí, una vez más

Desde cuando esto así, en este hermetismo globalizado y asfixiante, cubierto de matices extraños, agrio de tango pensar, cubierto de hojas y gritos apagados. Es ese silencio avasallante, lila y morado que se expande por las células, explota el ATP y nos lleva a la era de lo indecible, de lo placentero, suave turno matutino de la calma y satisfacción.

El aroma a mañana aún no se ha disipado entrado el crepúsculo soberano de las confesiones inútiles y los besos secretos. Me deprime o me olvida, no se cual tiene primacía, la flagrante luz de un atardecer agónico, casi cinematográfico, perdiendo las plumas de significados en nuestros ojos momificados, cansadas de tanta belleza o tanto engaño. Creo o creí, en este instante, que las cosas, o ese conjunto de consideraciones, se habían acabado, finalizado por la gota de actividad alguna vez utilizada en asuntos pendientes; alguna vez en temas urgentes. Sentí, o mejor, supe que con el solsticio de verano sería mejor que el sol, impecable hasta los oídos, magnánimo en las apariencias y cuidadoso en las maneras

Saber es actuar, y en llamados se convirtió el interés. Llame a la vida y al amor. Llame al trabajo que comunico con el dolor: era agradable el señor, pero no me convenció. Hablé entonces con “sacrifico”, mi amigo de la infancia, un buen sujeto, un ejemplo de dedicación. Nos conocimos en momentos raros, alejados de toda parcialidad, enajenados ambos con la comodidad, los tratos perfectos y el privilegio de los adornos. Poseídos por coraje y rabia, ajenas, nos convertimos en sendos intrusos del destino, manipulando el control astral y controlando la manipulación estelar.

El marco de mis relaciones puede entenderse, a lo mejor, bajo el efecto de ciertos aspectos, factores, recetados a quemarropa en los 90’ contra toda depresión, contra toda forma de rebeldía. Sin duda se extienden las oportunidades masivas de transmutación interna entre sujetos, por la pequeña y simple característica de la amistad, que combina la azúcar con limón, las tardes con la razón. Si, podría pensarse esto y hallar la respuesta a preguntas equívocas o ausentes. Podría girarse la puerta, respirar hondo y acallar una vez más todas las prerrogativas mentales. Eliminar la duda. Descansar.

Capítulo 09: Perdido

Desde el dormitorio envuelve la bruma el alma de cientos de aspectos, de espectros solares y magros deseos. Se entibian las rodillas bajo las sabanas sagradas, atacando disimuladamente la vigilia nocturna o la sinuosa ruina que la realidad protege. Es de alguna forma, lo que de otra no podría ser o no sería. Es la existencia de dragones o héroes, de sustancias perennes al sentimiento, extrañas como la honestidad en tiempos de guerra, que sucede casi todo el tiempo en nuestras propias tormentas. Es de esta forma que se desangran los ángeles, llenan el mar de los tormentos donde la belleza humana tiene su palacio de robles y cascadas, de tardes olvidadas en cielos de calma inesperada. Una torre se destaca sobre la colina sagrada y se despeñan a gritos personas esperanzadas: temen la vuelta de la paz perfecta, forma rara, forma loca, de juzgar sus miradas y todo lo que ellas arrastran. Así me encuentro en el vacío secreto que no imaginaba cuando hace unos años las alas brotaron de la lejana amada, una madrugada azul y salpicada de estrellas de canto, de brisa de campo, anunciando, puede ser, el fin de los tiempos perfectos.

El susurro agradables de las Saturas destaca un destacamento de flechas negras como el hombre y se esconden bajo una dudad, una pequeña pregunta que sabe su respuesta pero nunca la recuerda. Es en medio estoy yo. Soy un catalizador y la razón del pasado; estoy en el medio. Sigo siendo yo. Siempre lo soy. Lo único que puedo ser es yo. Me niego a percibirlo en el café de mis irises, pero sufro demasiado. Es ahí cuando la mirada olvida el frente, contempla su ambiente. Ve a los costados, se siente presionada y yo olvidado. Miro al pasado y sus ojos agotados de tanto soñar. Me duele el pecho, pero puedo respirar, no siento necesidad y se que puedo pensar. Me duele el pecho. Me duele. Me dolerá; siempre lo hará aunque logre decirme que todo estará en el orden exacto en el cual aluciné el lunes de la semana anterior. Me vuelvo en el instante que se que mirar a los otros lados es en vano. Miro al frente. Dejo los costados y olvido que hay otros como yo. Camino intentando olvidar que hay una ruta. Elimino el deseo y el retorno. Me doy cuenta que nada será como antes, aunque siempre habrá varios antes. Siempre los habrá.

Capítulo 10: Frente a frente

Sea cual sea la respuesta a las quimeras eternas debajo de la almohada, no necesito saberlas para encontrar el sendero oculto de este laberinto: El Davi. Pero es quizás la sensación que produce su sabor amargo la guía mas correcta; el faro más alto. Su oscuridad saliente, su crepúsculo amoroso nos enseña que a la hora del engaño, los humanos son sabios indiscutibles. Tras los diez minutos, en consecuencia, que contemplo las llamadas nostálgicas y los antes de ayer, se deshace en mis dedos de terracota sublime de su monumento, danzando con el viento, mientras me encuentro cara a cara con un niño, un joven y un fantasma ausente.

Destello y seña de otros desiertos, en los ojos de corte flequillo corto y raya lateral. Es tal vez o en cierta forma esta bajo tremendas anécdotas y ocultos secretos que desgranan el maíz del que su cuerpo aparenta estar hecho. Me llaman la atención sus calzados, color piel, tanto por lo roído del polvo a su alrededor, como de su goteo constante tipo muerte y película de hematófagos. Tal vez los treinta y siete que marcaron alguna vez han sido transportados por gusanos estelares entre un comienzo y un fin ya no tan determinado.

Su homónimo, su muchacho mayor, expresa el vacío con sus irises claras. Encuentra placer o deseo en el correr de un tiempo que siempre añoro. No sabe. Nunca sabrá. Se escapa de las luces y las personas en general. Lleva marcas o quizás heridas que se confunden en sus expresiones fascistas y su crueldad innata. Hace daño. Daña. Llora lo que debe llorar cuando le arrancan plumas a sus alas y quedan las partículas aéreas del viaje jamás emprendido.

Sobre ellos, el fantasma, tácito de maneras y de gestos que hasta puede olerse su odio maquinal, premeditado, contra la vida, sus labores, sus éxtasis. Es o no lo es. No lo se. Nunca sabré lo que hay que saber, en el momento que sabiendo que debería saber, me hallo en la falta de saber, o sea, menos sabio. El fantasma vibra tal cual sinónimo de mi silueta, acallando tal vez las angustias que le son molestas, inocuas. Deslizo las manos. Fijo la mirada. El resuello de mis pulmones cubre su rostro en el tapiz de lustroso vidrio-espejismo.

Capítulo 11: Al lado

-El reflejo de mis vidas pasadas y de mi pasado se hizo realidad este verano

-¿Fue duro?

-Lo normal que puede ser el dolor y el llanto por la ausencia irremediable

-Hablas en lengua de poeta, pero te olvidas que estas acá. Llegaste ayer. Caminaste desde la Terminal. Fuiste a aquella playa y no te perdiste una vez.

-Olvidas que caminé senderos misteriosos.

-Que bien son producto o del alcohol o de las drogas. Calmantes o tequila, es una elección o una combinación. Lo sabes. Aún así te da por hacerte el jovacho. Con razón te apremian tus huellas.

-Tu aguda observación, cual ave rapaz, solo es superada por tu malvada saña reprochadora de recuerdos y hábitos. Te complace la razón y tu armas más feroz es no equivocarte jamás-

-¿Al diablo conmigo entonces?

-Y yo soy el jovacho……….

-Decime. No te cuesta nada. Criticar es quizás lo único que conozco de ti.

-Je…No soy buen oyente. No quiero serlo. Muy pocas veces las respuestas que busco alteran el aire.

-¡Sos un idiota!

-Sin embargo de la verdad.

-De nada sirve si no la puedes contar

-Tal vez, pero aun así se presiente.

-¿Cómo así?

-Tú lo sabes. “Críticas y reproches” serán nuestros epitafios. Me jacto por única vez que es nuestro secreto más sabio

-¿Te jactas? ¡Vaya sorpresa hablada! Es cierto que Navidad puede ser todos los días…!ja¡

-¿Te parece gracioso?

-Pues claro ¿Qué podría parecerme?

-Una angustia

-Ya no las siento

-Una pena

-Son obsoletas

-¿Dolor, quizás?

-Ya quisieras

-Amor

-No lo se. No espero saberlo. No quiero creerlo

Capítulo 12: Contigo. Contiguo

Cariño, dulzura, ternura, suavidad, comprensión, amistad, confianza, tardes seguidas de calor, Pasión y Ardor, sensación de bienestar, comunidad, unidad, comunicación, paseos de canción, hojas en la heladera, ceremonias de honor, recuerdos conjuntos, sueños de superación, angustia, dolor, paraguas y tormentas, fotos roídas, platos rotos, medio llenos los vasos y la ducha matinal, sabanas congeladas y sillas sin uso, separación, primavera, abril del 86’, llanto, daño, penas, océanos en cuadros, cuadros médicos, mesas cuadradas y camisa a cuadros, momentos de duda, excitación, deducción, empatías, silencios, medialunas, cafecitos, explicaciones, múltiple-choice, preguntas y respuestas, miradas, sonrisas, caricias, costumbres, aniversario, una copa para calmar los ánimos, un beso de mejilla, labios encontrados, la frase “para siempre”, los “te quiero” en la nieve, los hábitos, las mañas, las uñas y sus colores, la interminables lista, las tapas de los libros, sus versos en cada oportunidad nocturna, los panes, los domingos, el tercer día, los trece de cada mes, las melodías ocultas en las almohadas de sueño de un Agosto en París, los ronquidos, la vejez, los amigos, los distintos lugares jamás encontrados, las visitas, el crepúsculo, los relojes y su hora exacta, los reproches, la crítica última, las risas, las sorpresas, los cumpleaños, lo cotidiano, Dios, la religión, la misa, la agradable alegría, los funerales, todo, nada, algo, tal vez, quisiera, los “quizá”, el no saber, la locura, la tortura, los bolsos, los viajes, las vueltas, souvenirs, regalos, premios, facturas, escrituras, aromas, sabores a canela, ajo o hervor, las peleas, los sinfines, el deseo, la memoria, los ayeres, cada cosa de tiempo determinado, lo incierto, los caminos, las plazas, el mate, los recursos, el amparo, el perdón, sentimientos o emoción, celos, pensamiento hacia otro, la simpatía, los ruidos al amanecer, la rutina, el hambre, la decepción, la vigilia, la luz, la oscuridad, los matices, las estatuas, la familia, las picadas, los mails, la cancelación, la tardanza, las canas, las cremas, los abrazos, las ideas, la soledad, las vida, el cuentagotas, el amor.

lunes, 2 de abril de 2007

Salimos un Martes

La noche azul oscuro era el tiempo perfecto para poder dejar que el corazón respire. Pero ni las luciérnagas atolondradas que llenaban de tenue luz mi espacio, comprendían la congoja de mi dolor, aunque por supuesto tampoco tenía la intención de que esto sucediera.
Ocurrió que salí, como todo joven de 18 años, a dar una vuelta con amigos, un sábado después de pasadas dos horas de estudio y cerca de las tres de la matina. Comprendo quizás que no fue algo acertado, pues de lo contrario todo hoy sería bastante distinto. Pero también es verdad que suele suceder en el espíritu humano, el surgimiento de la ansiedad de caos y desorden, opción por siempre y por los siglos seductora, que haces de uno un imberbe del pensamiento y un simple títere del susodicho postmodernismo.
Igual, mi esfuerzo por el psicoanálisis final de la raza humana y de mi conducta para nada moralista o fundamentada racionalmente al menos, se presenta para los casos de locura temporal que los sentimientos suelen producir como un intento desesperado de controlar espacio-tiempo universal y así olvidarse del bendito azar, padre de casi todo lo creado y tan antiguo como el proceso de evolución en si; quizás, incluso más.
Pero ocurrió que ese sábado no era yo, era el: ese ser que se apodera de mi cuando la llama ardiente del deseo hace mis glóbulos eclosionar. Y es que yo allí solo, rodeado de amigos solos, totalmente librados del orden que los timbres, los recreos y las sanciones suelen imponer, nos lamentamos de haber dejado el fútbol por un par de huecas sin corazón. Huecas creadas con odio, sutiles despojos humanos donde la ira indómita de la razón que choca con la realidad, se desata y a arremete como ariete a las murallas de la Jerusalén femenina. Aquel vasto prado de olor, deseo, dolor, estrés, incomodidad y, por supuesto, placer.
Si tan solo la luna no hubiera estado llena, habría interpretado la noche vacía de azar, desnuda, como flor totalmente ofrecida a la polinización y a la labor de las abejas. Maldigo! Maldigo! ese día en que tuve la loca idea de salir de la rutina de las huecas y aventurarme a la nada. Por que eso es la vida, eso es el amor, la libertad, la justicia, la confianza, el odio, la ambición ......... nada ........... absolutamente nada. Y también todo. Dulce contradicción que enciende los días.
Sera quizás que ella estaba tan presta a mirarme, o a lo mejor, yo me predispuse a beber de la ambrosía que sabían emanar sus labios color rubí, dorado; una especie de bordo soleado, que cuando creaba las ondas sonicas me llevaba a los Eliseos. Así es como quiero morir, en esa angustia incesante e insensata que produce una rubia despenaida y una morocha ilustrada. Que día para dejar el vicio. Que semana! para abandonarse a la abstención, al castigo de la castidad que suele ser el entregar la esencia entera en manos de guardián desconocido.
Llovió esa noche, pero no fue agua lo que se derramo, fue sangre. Sangro mi corazón con sus primeras palabras y se hizo lluvia con su "Adiós". Que esperar de tan maligno y nocturno eón. Que esperar de aquello que fue mi pesar el domingo, el lunes, y todos los millones de universos que cree dentro de tan largos días. Si hubiera una palabra para todo lo que es malo, asqueroso, repugnante y vil en la vida, esa palabra seria "enamorado". Por que eso es lo que pasa cuando uno abandona la ley de la gravedad y se deja llevar por el agujero negro del amar.
Es extraño, pero no tengo recuerdo alguno que confirme mi existencia en la tierra. Todo lo que pueda decir de esos días es una verdadera ficción, sacada de mis conjeturas tipo Sherlock Holmes o Dupin. El registro de mi memoria ha sido reemplazado con la imagen de ella, de sus labios haciendo vaivenes y recitando el conjuro que atrapo mis ojos, llevándose mi alma. No puedo decir que en esos momentos haya sido humano. Es más: me persigo con la idea de que cometí un crimen tremendo, comparable a descuartizar a alguien. Eso explicaría por que las personas me miran raro, me preguntan, me invaden desde todos los flancos. Es extraño, pero aun así pienso en lo gracioso que seria el haber sido exonerado.
Si, creo que si. Cometí un delito muy grave, pero lo cometí contra mi mismo. Atente contra mi vida, y lo que es peor, trate de arrebatármela. Quién me da derecho a deshacerme de la vida que tantas molestias genero a mis padres? Es más, por que me deshago del favor divino, insigne regalo del Dios, creador, sombra de lo bueno e infinito? Sin duda he encontrado una nueva deidad, de carne y hueso, que con tan solo una sonrisa y unas frases de canción me ha robado el corazón. O quizás deba decir que me lo arranque a mi mismo y se lo di en un pequeño papel con un numero de teléfono?. La respuesta no la quiero saber; creo que ni siquiera existe.
Lo que si existe es la luz, la esperanza, ese instante en que el deja vu cotidiano te hace saber que es lo que vendrá al menos por cinco minutos. Eso es lo que paso el martes a las 6 de la tarde cuando inconscientemente saque el celular y me lo quede mirando, en medio de la avenida Alberdi a tres cuadras de la casa de mi mejor amigo. No pensé; simplemente no lo hice. Seguí la ola y me lleve el objeto a la oreja derecha, cerca del aro en forma de serpiente y espere hasta que sentí su respiración. Creo que incluso recordé el olor canela de las tardes en casa de mi abuela, cuando ella aun estaba viva. Si, esos días era feliz. Esos días, por alguna razón, estaban aun por venir. Lo supe cuando me la encontré 6 y 30 en el kiosco de su casa, lo supe en el momento que sin querer sujete fuerte su mano. Lo supe cuando supe su nombre. De alguna forma la felicidad volvía; era como resucitar a los muertos.
Salimos un martes, y nunca mas volvimos.